Presentación de Tierra en Sombras

| Ciudad de Pergamino |

En el Museo de la ciudad de Pergamino, la profesora “Camucha” Escobar con la presentación de su primera novela Tierra en Sombras nos introduce en la violenta época marcada por el cruento enfrentamiento entre unitarios y federales, en las tierras de Pergamino de 1838, de una manera excepcional, rodeada de sus principales afectos; como no puede ser de otra forma para una escritora de novelas románticas.

La acompañan Juan Diego Apesteguía, Luciana Derderián, Daniel Ruíz Rubini, Luis María Libera Gill y Tomás García quienes forman parte del panel que da cuenta de las distintas aristas que componen esta obra literaria.

Se destaca la cantidad de personas que han concurrido a acompañar a la novel escritora. El salón se ve desbordado no solo por una nutrida concurrencia sino sobre todo por la emoción, calidez y el compromiso que genera este evento. La misma autora en una entrevista con el diario La Opinión manifestó que ella sí se siente profeta en su tierra, que está agradecida con su gente porque le fue muy bien no solo con las mujeres a las que les gusta leer, sino también con hombres que estuvieron en el campo de su abuelo en Villa Cañás, a la que hace referencia en el libro.

Son los vínculos personales que a manera de espejo se configuran entre una y otra realidad: la de la autora acompañada por su madre, su esposo, sus hijos, sus hermanos y sus amigos y los de aquellos personajes que se relevan en la novela en una trama de relaciones y pasiones encontradas. En ambas realidades son los vínculos los que posibilitan el encuentro y las conquistas alcanzadas.

Las raíces de Pergamino están presentes, con toda su potencialidad, en las expresiones y en los sentimientos de quienes escuchan, a medida que el revés de la trama se visibiliza. La propia historia de la escritora se entrelaza con las distintas etapas de elaboración de la novela. Vivencias que transcurren en Pergamino – tanto una como otra -y que genera un encuentro entre el auditorio, la autora y la obra que trasciende el hoy para proyectarse hacia el porvenir.  Sin duda estamos en presencia de “Una pluma que empieza a trazar su propio camino”. (Estefanía Coronel- Master News)

Palabras de: Andrea Pacífico


PALABRAS DE DANIEL RUÍZ RUBINI

Tierra en Sombras

Intenté varias veces escribir estas palabras, tomando como punto de partida el entrañable afecto que siento por Camucha, toda la emoción y el orgullo que me produce ver nacer un libro, cuyas correcciones y reescrituras he acompañado tanto. Intenté partir de Camucha como una amiga con la que he compartido buenos y malos momentos, o presentar a la autora como miembro de un taller literario al que anima con su hilaridad y su buen don de gente, pero al que fundamentalmente jerarquiza con una prosa inteligente, cruel, que sabe hacer nacer y evolucionar a sus personajes y a sus conflictos de una forma despiadada y lúcida, hasta lograr el clímax literario que toda buena narración demanda. Intenté empezar hablando de sus premios como cuentista, de la madurez de sus relatos, de sus recorridos como lectora y de su insaciable necesidad de seguir dando más y más en el universo de las palabras. Pero sentí que cualquier acercamiento a la novela que estamos presentado desde el afecto que nos produce la autora sería demasiado pobre e ingrato, frente al valor que tiene esta historia de Cruz y de Facundo que hoy ve la luz.

Es que, cuando una escritora siente que ha llegado el momento de dar a conocer una expresión que la designe de la forma en que lo hace nuestra autora, se debe prestar atención. Cuando alguien intenta comunicarse con el contexto cultural y lo hace con una voz propia y definida que enriquece el acervo novelístico y literario de la ciudad, se debe prestar atención. Cuando una escritora toma la decisión de contar una historia en la que ha invertido tiempo de investigación y creatividad literaria, se debe prestar atención.

Cuando ubica su trama en un periodo histórico tan complejo y polémico y doloroso como es el gobierno de Juan Manuel de Rosas, hay que estar muy atentos, porque estamos ante alguien que escudriña en el pasado y nos permite conocer más de él, brindándonos la posibilidad de disfrutar una narrativa digna. Cuando todo eso sucede, se debe prestar atención y sería demasiado injusto con el valor de la obra limitarnos a referirnos a ella solamente desde el afecto que nos produce la autora.

Sí, se debe prestar atención a TIERRA EN SOMBRAS. Se debe prestar atención porque estamos ante una novela que sabe poner en juego una forma dinámica de narrar, propia de una época signada por la fuerza de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías. Por eso, TIERRA EN SOMBRAS adquiere cierta resonancia televisiva y hasta cinematográfica, es decir, está contada de tal forma que en el momento de leerla lo visual se impone y casi podemos ver las estancias, los carruajes, el vestuario de la época, las bandejas repletas de comidas típicas y a los protagonistas de la historia -a Cruz y a Facundo- luchando, viviendo, enfrentando fantasmas y recuerdos, víctimas de sus pesadillas y de las ardides de Juan, pero también víctimas de la época en que les tocó vivir.

Sin embargo, no debe pensarse que ese predominio de lo visual implica superficialidad en el desarrollo de la trama. Por el contrario, Camucha logra profundizar en la psicología de sus personajes, en sus recuerdos, en sus sueños, en sus tribulaciones, alternando para ello distintas voces y técnicas de la narración, que nos permiten llegar a lo más íntimo de sus personajes o hacer los saltos en el tiempo que la historia demanda para lograr un mejor efecto narrativo. No hay aspecto que haya sido descuidado: desde una investigación histórica minuciosa, hasta un ahondamiento en los conflictos de los personajes para que estos no se conviertan en estereotipos banales y poco creíbles, sino que tengan el realismo que toda novela histórica requiere.

Se debe prestar atención a TIERRA EN SOMBRAS, porque es –por sobre todas las cosas- una historia de amor. La historia de Cruz y la historia de Facundo, la historia de dos personajes que recorren los bordes de la desesperanza como consecuencia del mal que el entorno produjo en ellos: la ceguera de la muchacha y la deformidad del joven que pudo haber perdido la vida en un incendio.

La monstruosidad de las cicatrices que comulgan con la mirada absoluta de quien no puede ver con los ojos y que, tal vez por eso, puede captar lo esencial, lo más humano del otro.

La historia de Cruz y de Facundo se desarrolla de una manera irremediable, bajo la mirada y el accionar impíos de Juan, el antagonista de la novela; y con el apoyo constante de Matilde, la tía necesaria para que se ponga en marcha un amor capaz de redimir a personajes tan castigados. Y en tanto historia de amor, TIERRA EN SOMBRAS absorbe todos los elementos de la tradición novelística romántica, planteando encuentros, desencuentros, momentos de pasión y momentos de ira, sueños destrozados que caen en el barro de la desesperación, esperanzas cifradas, traiciones, complicidades e intentos inútiles de olvidar la dicha perdida.

Se debe prestar atención a TIERRA EN SOMBRAS, porque es una historia de amor que transcurre en un país signado por el gobierno de Rosas. Y entonces, reflota todos los pilares ideológicos de la Generación del 37, de Echeverría, de José Mármol y de tantos otros, que emplearon la pluma y la voz literaria para pronunciarse en contra de todo autoritarismo y a favor de la libertad en su sentido más amplio y acabado: la libertad de expresión, la libertad de elección, la libertad de amar… No en vano, grandes dramas de amor reales y ficticios se han ubicado en este período tan particular de nuestra historia.

Pensemos en la cautiva, ese personaje épico de Esteban Echeverría, que atravesó un desierto de muerte para reconstruir la familia que un malón le había desbaratado. Pensemos en Camila 0’Gorman, que también atravesó un desierto para esconderse en un pueblo correntino y poder vivir su amor por el cura Ladislao Gutiérrez. La historia siempre ha demostrado que no se puede ser feliz si no se es libre, que no se puede amar plenamente si no hay un marco social y político que defienda a los ciudadanos como sujetos de derecho, si un dictador se impone con violencia y la única justicia que se imparte es la que emana de la demagogia y del autoritarismo. Por eso, los protagonistas de TIERRA EN SOMBRAS logran su cometido después de la caída de Rosas. El mensaje es claro: un hombre o una mujer que viven subyugados por una dictadura no pueden ser libres para disfrutar el amor, o –para mejor decirlo- toda realización o plenitud de las personas a través del amor necesita principalmente de libertad. Y en ese sentido hay que estar atentos, porque estamos ante una novela que tiene una gran carga ideológica y un compromiso con el presente y con la historia, un compromiso con la libertad de las personas, una proclama en contra de cualquier forma de tiranía y de cualquier ataque a la integridad de los seres humanos.

Y, finalmente, se debe prestar atención a TIERRA EN SOMBRAS, porque su autora elige ubicar una buena parte del relato en su patria chica, en aquel Pergamino de las primeras décadas del siglo XIX. Camucha Escobar decide que en su historia se imbriquen las historias de la gente, de los lugares, de las costumbres y de las familias del Pergamino de entonces, lo que le demandó un notable trabajo de investigación, que le hizo a todas las fuentes a su alcance para contar y reinterpretar lo más profundo de su origen como mujer pergaminense, que tiene puesto su corazón en su gente.

Se debe prestar atención a TIERRA EN SOMBRAS. Se debe tener el corazón y la mente abiertos a esta trama, a esta geografía, a esta historia de amor épico marcado por las tinieblas de una época terrible. Se debe prestar atención a la voz de la tierra que se escucha en sus palabras. Se debe prestar atención a todas las sombras que presenta, a todas esas sombras sobre las que arroja luz.

TIERRA EN SOMBRAS, primera novela de Camucha Escobar. Bienvenida.


AGRADECIMIENTOS

Foto gentileza de Analía Elizalde

A José, mi esposo, por su acompañamiento incondicional y amor de siempre.

A María Cruz, Ana Inés, Manuela y Juan Diego, mis hijos, quienes me apoyaron con cariño y paciencia en todo momento.

A Carmencita, mi madre, y a mis hermanos, por estar siempre dispuestos a ayudarme en todo lo que hiciera falta y más.

A mis amigas Gaby Jure, María Ana Villanueva y Andrea Pacífico, quienes me acompañaron capítulo a capítulo en la gestación de esta novela aportando valiosas sugerencias y demostrando un interés continuo.

A “Chiquita” Jure, Ulises Córdoba y Cochengo, mi suegro, quienes nunca dejaron de alentarme para que escribiera y que, a pesar de que hoy ya no están físicamente conmigo, los llevo dentro de mi corazón, todo el tiempo.

A “Cuca” Godoy, quien entendió mi angustia frente al papel.

A Danu Barbosa Moreira, por haber barnizado mis escritos faltos de poesía.

Al psicólogo Santiago Gómez, por haberme indicado un sendero mágico y fascinante, el de las letras.

Al pintor Tomás García, quien generosamente, me ilustró con sus dibujos y pintura la novela.

A los historiadores Luis María Libera Gill y Rafael Restaino quienes, con generosidad, me proporcionaron información sobre la época y sus costumbres.

A “Marita” Fekete, quien me abrió las puertas de ese mundo maravilloso que fue el Archivo Histórico y por brindarme la posibilidad de conocer un material único e invaluable.

A Carlos y Andrea Salvadores de Arzuaga, quienes me facilitaron una primera edición del libro “El Puñal del Tirano”.

A los coordinadores de talleres, Estela Torres Erill, Luciana Derderian y Daniel Ruíz Rubini, quienes, con su capacidad y buen juicio, me guiaron en el camino de la escritura y me permitieron crecer como escritora.

A Laura Berti y a Carla Pandolfo, quienes con gran sabiduría y paciencia me asesoraron a lo largo de la novela.

A mi sobrina María Faux, por el diseño de tapa y las fotografías.

A todos mis amigos en general, quienes confiaron y me alentaron para que esta novela se hiciese realidad.​

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